martes, 26 de octubre de 2010

Silencio, silencio, ya todo está en calma


Bueno, en realidad aúllan algunos perros, se pelean los gatos, se ve que la noche está movida entre los bichos de la manzana. Pero los niños duermen, la gotera del baño me da cargo de consciencia mientras no me decido a levantarme otra vez para arreglarla. Mañana, censo, feriado, viva la pepa. Lo que sea. Mi cumpleaños una vez más es historia. Me falló una amiga a la reunión de hoy, por esos problemas imprevistos, complicados, de las madres. Siempre, acá, allá, antes, ahora, mi cumpleaños me deja un sabor de soledad irreparable. Los hijos lo han suavizado. Ya no importa tanto, es la impronta de siempre, de los años que quedaron marcados, los de la soledad en serio. Tuve años de fiestas locas, por supuesto, los años de facultad, cuando la gente se quedaba hasta afuera del apartamento charlando, porque adentro no entrábamos todos, cuando EL Gira se ponía a calentar las pizzas en mi horno de morondanga porque tenía hambre y a mí me importaba un pito qué había de comer, de tomar. Porque alguien iba al bar de la esquina y traía más cerveza. Aún así cuando todos se iban, la sensación de soledad volvía. Algún año se quedaba alguno, como ya sabemos quién, ahora ya tan en el olvido. Nunca fue un amor, más bien un amigo, un consuelo. Porque la soledad venía de lejos, de eso que no tenía, ni tuve, pero que ahora tengo, una familia.

1 comentario:

  1. puta! eso me pasa porque apenas recuerdo algunos pedazos de las letras de los tangos que se escuchaban en mi casa cuando era chica. Acabo de googlear la letra de ¨silencio¨ y es un dramón!!!

    cambio de título urgente!!

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intentalo que podés!