sábado, 23 de octubre de 2010

Lazos de familia

Anoche vino a cenar mi primo Pablito, que ahora es el Dr tal, jefe del departamento tal, al que no veía desde que teníamos seis años. Charlamos de la vida durante cinco o seis horas, como lo más natural del mundo, con mucha alegría; a pesar de la distancia compartimos una ilusión de pertenencia, que es real. Nos sentimos muy cercanos entre todos. Las primas de acá, los primos de allá. Ellos son siete hermanos, yo, una sola. Si hubieran vivido en Montevideo, tengo la sensación de que mi vida hubiera sido un poquito distinta, no sé cómo, pero algo más acompañada. ÉL quería saber cómo nos llevábamos las primas de chicas, qué hacíamos, yo quería saber cómo se llevaban tantos hermanos, cómo hizo mi tía para criarlos a todos juntos. Una cosa loca, nadie sabe cómo lo logró ella sola. Cierto, estaba mi tío también pero nadie como la madre.

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