miércoles, 27 de agosto de 2014

Todavía puedo seguir coleccionando de estos

Todavía me queda un bebote de tres años y medio, y aunque los demás hijos puedan hacer sus gracias acordes a sus edades, lo de Mateo es un desparramo: en un ratito nomás te puede largar tres al hilo

-¿y comieron la merienda en el jardín hoy?
-no, comimoz la decolazión (la colación!!)

-Mirá que te pezquillo, Guille!!  (pellizco)

y el tercero era algo de los zombis muy gracioso pero que ahora no puedo recordar, porque son muchas las gracias y porque se me escurren como agua entre los dedos, estos momentos tan lindos de los que me va a quedar una risa brumosa haciendo eco en el pasado para cuando sea vieja, si es que llego. Así estamos ché








jueves, 14 de agosto de 2014

Reflexiones sobre la vida, en el Carrefour, dónde si no

Esta semana tuve que hacer una visita extra al carrefour, para comprar  gaseosas, papas fritas, en fin, toda la basura necesaria para festejar un cumpleaños como el capitalismo manda.  Si una compra semanal me molesta, tener que ir dos veces al supermercado, agarrar un carro y llenarlo, en el lapso de cuatro días, me dispara la sensación de incomodidad, culpa burguesa, fracaso, en fin, me estresa, resumiendo. Vos me dirás, se nota que no estás trabajando porque te estresa cualquier boludez, y sin embargo la ida al supermercado a la mañana, con pantalón deportivo simboliza todo lo que soy, aquello en lo que me convertí, y no sólo eso, sino que es exactamente lo que despreciaba antes de caer en ese lugar.  Si, y esto ya lo debo hacer escrito cien veces en este blog, en el otro y más. Pero la cosa es que mientras transito góndolas voy en estado de atención  flotante y sacando conclusiones, las mismas cada vez, pero que me parecen nuevas. Recuerdo a mi abuelo resoplando en su cama a medianoche,  rumiando sus fracasos, sus decisiones equivocadas. El momento en que uno se da cuenta que ya no hay vuelta atrás y que los sueños perdidos quedaron por el camino. Qué hay en mi camino? voy por el bulevar  de los sueños rotos, podré encontrar un desvío o al menos una óptica abierta en la ruta donde comprar lentes para ver la vida de otro color? Ese es el sueño que me queda pendiente: dejar de sentir que hice todo mal
Uh, bueno, ya está dicho

miércoles, 13 de agosto de 2014

No importa qué escribas, pero escribí


Sigo leyendo diarios de escritores, a velocidad caracola, pero ahí voy. Estoy con La novela luminosa de Mario Levrero. Me lleva a Montevideo del año 2000, extraño porque yo ya vivía en Buenos Aires. Siempre he leído novelas de Montevideo antes de que yo naciera. Esto y las canas que ahora sí se me empiezan a notar, son la pista de que ya estoy fuera de rango para todo. Todos tienen más onda que yo, las mamás del jardín de mi cuarto hijo, los arquitectos que hacen la casa en la playa, los jugadores de fútbol que ya no me calientan a pesar de que estén divinos, porque son unos pendex, y así el mundo. Estoy en onda Levrero, todo medio negativo. Y bueno, acá se puede, para eso están los diarios. Uno es el que se queja en el diario pero también, ese es un perfecto extraño, porque después salimos a la calle con la mascarita de la alegría.
Guille cumplió doce años. Otra señal de que estoy en el horno. Mi hijo mayor tiene trece. Soy la madre camino a los cuarenta y tres, creo que la mamá de mi primero novio tenía esa edad y para mí esa señora estaba hecha carozo. Obvio, ahora estamos todas mucho mejor, somos unas diosas, al menos en estado general. Después me entero que tengo una arritmia, me mandan pastillita para el corazón y me digo, todo cambió pero no tanto. Tengo la voz hecha pelota y no he fumado en mi vida. Y la lista podría seguir. En la Edad Media ya estaría con una pata en el cajón. Bueno, lindas reflexiones para una mañana soleada como la de hoy, en un café tan lindo como Nucha. Si, mejor vuelvo otro día, che