miércoles, 30 de julio de 2014

Me pasaron por arriba las vacaciones de julio


Estas vacaciones no van a quedar en la memoria de mis hijos como las más divertidas. Es más, temo que durante los próximos años me las reprochen repetidamente a causa de los pocos programas que he podido armar, y de todos los planes que me fallaron.  Estuve una semana en Uruguay en plan de ¨resolver asuntos¨ familiares, y mis hijos se pasaron los días en casa de la abuela. Tienen dos tías sin hijos pero el único programa que se les ocurría era salir a llevar a la abuela al médico o al supermercado.  Cada vez que estoy varios días así en Montevideo, recuerdo lo bueno que es vivir de este lado del charco y no tener a mano a la familia política. Bueno, de mi familia no hablo porque no existe técnicamente.  Después, este lunes volvimos a casa, al calor de la calefacción y los días fríos, nada mejor que quedarse adentro. He invitado amiguitos, lunes miércoles y viernes, que no es poco. Hoy está soleado y me da ganas de cargar bicicletas en el auto hasta que recuerdo que me duele la espalda, las bicis están desinfladas  y los nenes no se terminan de levantar de la cama

domingo, 13 de julio de 2014

La final del Mundial, otra vez


Para  Lola  y su post mundialista

Año 1978, eran las vacaciones de julio y yo estaba en primero de escuela (traducción uruguaya de ¨primer grado¨), me había ido a la estancia de mis primos, cinco varones, a donde iban otros primos de ellos, y sumábamos unos diez, todos sentados en el piso de piedra laja, frente a la tele, con la estufa a leña atrás. Todos hinchando por Argentina, gritando como locos con los penales. Por ahí supongo que me atrapó el fútbol de chiquita. Todavía era muy inocente para la rivalida oriental con los hermanos porteños. Saltamos a la final del ´86, yo tenía catorce años, ya había desarrollado completamente el repudio uruguayo al porteño vacacionista, al cheto que llegaba en verano a punta del este y dejaba un reguero de costumbres nuevas, palabras, peinados y ropa. Me acuerdo del bajón y de pensar ¨quién los va a aguantar este verano¨. Esa época tan creativa no duró, o la globalización nos hizo perder la dependencia de la gran ciudad, no lo sé. Después vino la final de Italia ´90: yo estaba en Estados Unidos como estudiante de intercambio, encontré un canal mexicano que pasaba los partidos. No puedo acordarme si hinché por Argentina.  Estaba a punto de volver a Uruguay, a decidir qué carrera elegir, adecuarme otra vez a vivir con mis abuelos, cambiar de compañeros de clase, todo eso me tapa lo que pasó en esa final. Aunque yo tenía el sentimiento anti porteño incorporado desde años atrás, los estudiantes de intercambio alemanes eran tan soberbios, sumados a la simpatía sudamericana provocada por la distancia, que tengo la sospecha de que hinché por Alemania.  Y después ha corrido tanta agua bajo el puente.  Jamás en mi vida adolescente, en ningún plan imaginario pude prever que iba a terminar viviento en Argentina, y madre de cuatro argentinitos. Esta final de Brasil 2014 me agarró hinchando por Argentina de corazón

miércoles, 2 de julio de 2014

Tengo que hacerme el service, ayer se me rompió el filtro


Mejor ni releo el post de ayer, creo que solté a la jirafa agrandada que normalmente tengo con bozal en el patio de atrás.  No me escuchaste mundo, creeme.  Pero hablando de services, ando para el cambio de correa y cubiertas, me están estudiando una arritmia y de allá lejos, cruza de homeopatía con pósters de facebook, recuerdo la idea de que la mente enferma al cuerpo.  Cuando lo leí por primera vez, además de ser una estudiante de ciencias, tenía veintitrés años, algo así. No podía entender cómo se llegaba  a esa conclusión que hoy me parece tan intuitiva y acertada. La tensión en mis hombros, los problemas gástricos, y ahora el corazón sacudido fuera de ritmo son el espejo perfecto de mi personalidad y mi vida de los últimos veinte años. Todavía tengo la piel bastante bien, y todo lo que tiene que colgar o estar firme en mi cuerpo se mantiene en una posición relativamente decente. Eso es el afuera: mucha crema, ejercicio, me dirás.  Pero por dentro parece que el tiempo pasó más rápido y más intenso. Ahora tengo que dejar de enardecerme a lo Hulk cada vez que el mundo se me va de control. ¿Podré cambiar todavía?

martes, 1 de julio de 2014

Entonces te lo digo Mundo, soy una escritora (mala pero escritora)


Los escritores nos curran con cursos y talleres, es cierto, a los pobres ingenuos que soñamos con tocar el cielo de la literatura, que queda allá, alto, donde hay una editorial que un día  publica un libro nuestro. Pero además de currarnos, hay algo, un polvo mágico que se libera cuando escuchás y lees cosas que te sacuden el coco.  Y en eso ando yo, vengo de un curso sobre diarios de escritores, son pocas clases, y la lista de diarios es muy larga, con lo cual apenas podré darle una olida a la mayoría de los textos. Hoy estuvimos hablando de algo que creo ya he comentado antes, escritores como Virginia Woolf, Kafka (Katherine Mansfield, Alejandra Pizarnik y varios más) llevaban diarios en los que hablaban de que no podían escribir y se pasaban dudando sobre el valor de sus propias obras. Si si, eso me da esperanza de que quizás yo no sea tan mala. O mejor, más cerca de la verdad, al menos tengo los problemas típicos de los escritores:
-me quejo de falta de tiempo para escribir, pero cuando tengo tiempo se me evapora sin escribir nada
-pienso que lo que escribo es horrible (en mi caso puede ser 100% verdadero, pero calculando que comparto el 50% de los problemas con grandes escritores, ¡me pone de excelente humor!)

Por suerte blogger y yo estamos en decadencia gracias a Twitter y Facebook, así que puedo seguir con este tema en próximos posts, hasta que la próxima depre me tire abajo, cosa que puede pasar really soon

PD y no he dicho más nada del Mundial porque desde la mordida de Suarez y la gran venganza ¨game of thrones¨ de la FIFA, la muerte anunciada de Uruguay con Colombia, los penales entre Chile y Brasil que casi me hacen llorar a mí,  estuve un poco más atenuada en mis emociones. Pero hoy ví el gol de Argentina en el bar de la esquina del colegio, y a pesar de que no me sale el grito de gloria como cuando la Celeste hace goles milagrosos, me hace felíz de una manera generosa,  saber que esta alegría le pertenece a la gente que quiero acá, en este país. Ya no soy de ninguna parte pero si, soy un poco de acá.