Agus vino de buen humor del jardín, no me olvidé ni del agua ni de la banana cuando lo fui a buscar, ni se le ocurrió nada raro en el camino. Pero cuando llegó buscó la película de Scooby Doo y los piratas. Para qué pelear, la puse mientras almorzamos y fue la paz total. Comió todo el churrasco, moñas, bastones de zanahorias y hasta unos pedacitos de soufflé de espinacas, sin moverse de la mesa!. Me pregunto si no valdrá la pena rendirme, enchufarlos a la tele a la hora de la cena y olvidarme de los problemas. Qué dilema
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