jueves, 10 de junio de 2010

A la misma hora en el mismo lugar

Acá estoy otra vez sentada en el tigre de peluche mientras el pichón toma la mema. Los grandes duermen hace una hora. Silencio, luz tenue y viento de fondo. La casa está calentita. Llevo la marca de los inviernos montevideanos en la memoria de la piel y sigo disfrutando la calefacción al día de hoy, aunque ya no abuso del calor. Bueno, y todo esto a qué venía?
Por ejemplo, con 4º C dejé a los nenes en el colegio esta mañana. Pero en el aula hay calefacción. Y después llevé a Luqui al médico y le dieron medicación para desparasitarlo. Aviso a las mamás: la señal mágica es la caca blanca. Ya me habían contado en el jardín que un par de nenas tuvieron. Mañana llamo a la directora para decirle que limpien, desinfecten. Menos mal que la dejé viva ayer, cuando llegué con el crio a las 9.38 digamos y me dijo ¨aaay pero tenés que tratar de traerlo más temprano¨. Para qué, casi la mato pero no, le largué de todo, que fui y vine de Belgrano antes, que no puedo levantar a tres, incluyendo a mi marido que labura como loco pero que de mañana tiene un problemita. Que no es mi prioridad despertar al de dos años, que por el liceo francés dejé cinco trabajos y no hice el doctorado. Juá. Y la mina que me querría matar me contestaba ¨aay pero qué divina sos, me matás, jajaja¨. No sé con qué se pichicatea o si de noche va a hacer kick boxing para descargar tensiones y sonrisas acumuladas. Mejor que no me la encuentre en un gimnasio

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