miércoles, 19 de septiembre de 2012

Uno cada siete años


5.30am: escucho el viento golpeando vidrios, me levanto a tapar niños; lo pienso una vez más, hace rato que tengo ganas.  Me vuelvo a dormir
7.00am: me despierto de casualidad, no sonó la alarma. Voy a la ventana, lluvia, viento. En la tele, la ciudad bajo agua. Está decidido, hoy es día de rabona general. La vez anterior fue en el 2005, y yo tenía dos hijos. Ahora tengo el doble. El hombre de la casa tiene una pierna inmovilizada desde el muslo al tobillo, y yo trabajo desde casa hoy. Día perfecto.
9.45am: ya pasaron las peleas por la última feta de queso para el tostado, Scooby Doo vs piratas de nunca jamás, y ya estoy dudando si fue una decisión sabia la mía.
11.00am: ya están aburridos, llorando porque quieren ir a pasear, o porque no saben lo que quieren. Me levanté de la compu unas 18 veces. Y eso que está L que banca y banca la casa. Almorzamos temprano.
12.59pm: la lluvia está parando, es hora de salir a hacer todas las vueltas pendientes, que incluyen supermercado, hacer de remis para mi marido, cumpleaños de amiguito, fonoaudióloga infantil. Se disuelve el clima dominguero
5.00pm: vuelvo a casa, los que quedaron me muestran sus manualidades, tomamos la merienda todos juntos. Un día muy loco
7.00pm: ya estamos otra vez en la ronda de baño, cena, a dormir.
Conclusión, vale la pena una rabona sabática.
Y mañana es el último día del invierno. Chau

2 comentarios:

  1. sí! vale la pena, y que suerte que llega la primavera, espero se haga notar pronto!!!!

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  2. MC, me parece que me contagiaste vos, gracias por hacerme acordar que todavía nos podemos hacer la rabona!!!

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intentalo que podés!