Primer día de vacaciones, primer lunes más precisamente y ya pude armar programa (bué, una mamá que trabajaba hoy hasta tarde me mandó a su crío super amigo de Guille). Yo tenía que ir a la oficina un rato, después reunión en el colegio (y si, no hubo quorum antes) para el proyecto de integración de Andrés. Todo corridas, en el medio compré unos regalitos de papá noel (libro, pelota, lancha a control remoto, monopatín). Mi marido fue y volvió del centro como arriba de un boomerang porque su reunión se canceló. Si a mí me hubiera pasado, la presión me la encontrás allá en el techo. Pero él, manso. Terminamos la reunión pasadas las dos de la tarde y ya era hora para mí de rajar a casa, cinco niños, una empleada y media esperaban (o dos, V vale doble pero la otra no alcanza ni pa la mitá!). Mucho lío. Qué me dice el hombre de la casa
-vamos a comer sushi?
y yo que amo el sushi. Qué le voy a decir. Se ofende porque rechazo sus invitaciones.
-y bueno, vamos
Barrio Chino, dos y media, pero los señores sushi no se apuran. El almuerzo zen se me atragantó un poquito después de los 45 minutos de espera. En el medio llaman de casa, es V
-que el arreglo del lavarropas sale 500 pesos me dice el técnico, y que tiene que hacer un poco de lío en la cocina
-ah y que Marilyn se quiere ir (pongamos que se llama así, todos somos alias). A Paraguay con la mamá que ya se fue de licencia.
Además tenía yo un par de temitas pendientes del trabajo así que cuando logré terminar el almuerzo eran ya las 4, con el sushi atragantado me vine a las corridas para casa sólo para agarrar a upa a Mateo que tenía el cachete picado por un megamosquito, para abrazar a Agus que me esperaba diciendo
-hoy no mimoseamos!!
Guille y su amigo jugaban a la pc sin darme bola como era de esperar, pero no importó, yo estaba ahí por fin aunque al rato tenía que ir a buscar a Andrés a fonoaudióloga. Fui y volví por Maipú. Después volví a salir un ratito y me escapé a buscar un regalito más (aro de basket esta vez). Creo que los tengo casi todos.
Y el hombre de la casa, se volvió del sushi una vez más a la oficina, obvio. Ya sé, ya sé que tiene que hacer cosas super importantes, pero la esencia es algo más. Por más que se lo digo y le repito que no tenemos el mismo orden de prioridades en la vida diaria, él no me cree. Vos me creés?