Yo que siempre quise tener una familia normal, acá estoy inmersa en una. Y puedo comprobar lo que siempre sospeché como hija única de una familia inexistente: estar en familia todo el día es un plomo, pero tiene cosas hermosas. Así que andamos recorriendo lagos y montañas entre llantos y rezongos, arruinando el silencio perfecto de los senderos y las vistas espectaculares a todos los viajeros místicos que nos cruzamos al pasar. Pero aún así hay momentos perfectos, paisajes maravillosos y sonrisas de unos niños adorados por los papis. Bastante normal
Hace 14 horas
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