No son mis kilos que siguen ahí instalados, ni mi pancita que parece más bien un pan de campo. Es la tasa de atención/hijo que ha disminuido desde que aumentó el denominador. Sobre todo con el pipito de 2 años, que toma la mamadera al lado mío mientras le doy la teta al bebe, que pide que me quede cuando se va a dormir. Y no tiene atención exclusiva. A veces, cuando el baby llora de cólicos, directamente, no quedan restos para él. Me da culpa, saco cuentas del tiempo que le estoy restando, y me acuerdo una vez más del libro de Doris Lessing, el quinto hijo¨. Y me pregunto cómo es que quedé posicionada tan en lejos del feminismo.
Hace 1 día
Yo criè cuatro solo, che.
ResponderEliminarY tengo la soluciòn para vos!!
Te ponès un plumero en el toor, y podès barrer mientras hacès otra cosa!!
Un abrazo.
ah, yo pensé que era pa sacar las telarañas del techo, eso ya sería un poco complicado!
ResponderEliminarpero como siempre, chapeau para usted, gaucho!