Primero están los preparativos, bajarlo del estante más alto, contar las pelotitas, chequear que las luces funcionen. Después de armarlo queda ahí como una promesa, esperando la gran Noche Buena, su momento cúlmine. Tiene un cortejo de luces en la escalera que hacen que la casa quede muy linda de noche. En fin de año todavía se luce, como parte de la fiesta. Pero esta semana ya me empieza a escorchar. Ya perdió el sentido, le queda una gotita de vida, lo dejamos estar hasta los Reyes Magos pero el 7, chau arbolito.
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