jueves, 12 de junio de 2014

La peligrosa vida del ama de casa


Si, a vos que no me crees. No te estoy hablando de caerse para atrás de la escalera mientras tratás de subir la valija con la ropa de verano al placarcito que esta bien arriba en el dormitorio. Tampoco te digo una patinada sobre las baldosas mojadas de la cocina con una botella de cerveza en la mano. No, hablo de los peligros de la capocceta, la cabeza, no me malentiendas si lo tuyo es un problema de falta de italiano trucho, te lo explico: parece que me estoy volviendo neurótica, o más neurótica. Me lo dijo la psicóloga de familia, así que no es un insulto escuchado por ahí. La vida del ama de casa se vuelve repetitiva, sin sentido, la rutina agotadora y ella se convierte en una persona molesta, irritable, deprimida. Eso, cual reporte de Nat Geo en español neutro, lo leí en algún sitio perdido de la web. Y claro, ahí estoy, soy yo, un cuadro perfecto, una foto.  Qué puedo hacer para salirme del deathrow, o del yellowbrickroad, no lo sé.  Todo se complica cada vez más.  Voy rodando camino a los cuarenta y tres. Nada tiene por qué mejorar. Hijos que van a crecer si la vida lo permite, y yo que voy  a envejecer sin mucho más que hacer con mi persona. No me quedan muchos éxitos por el camino. Si todo sale bien y el destino no me espera con una daga trágica escondida en alguna esquina oscura. Así estoy, opaca,  un poco oscurita.

2 comentarios:

intentalo que podés!