a la mañana yo me levanté dormida a hacer el desayuno para los hijos más madrugadores. El hombre siguió durmiendo hasta mediodía con el bebe que había dado la serenata nocturna. Se levantó cuando yo preparaba ya el almuerzo (arroz con camarones).
Apenas terminamos de comer salieron volando, el padre con dos hijos, Guille tenía torneo de tae kwon do, y Agustín lloraba porque quería ir (aunque se aburrió como loco). Yo me quedé con el baby y Andrés que ahora no juega tanto a la pelota desde que está la laptop de mi trabajo en casa (se la pasa jugando en club penguin). A la hora del té volvieron a casa, Agustín dormido, Guille que todavía no hizo los deberes. El domingo se termina y seguimos todos en distintas franjas horarias. Mateo está con todas las pilas y va a seguir intentando gatear hasta la madrugada.
El domingo se termina, estamos en la hora violeta (antes era gris pero ahora con mis ojos nuevos cambió de color). Tengo el té atragantado de tantas galletitas que comí y ya me estoy poniendo ansiosa porque voy a preparar la cena con lo que encuentre en el freezer (pattys, choclo, arvejas). No sé si adelantar o atrasar mi huso horario personal. Cada uno tiene su ritmo en esta casa
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Y sí: los Ingalls todos en la misma carreta rumbo a la iglesia no existen más, graciadió. Imaginate que feo que todos te estuvieran pidiendo que sigas su rtimo, mejor que cada quien "atienda su juego" y al don pirulero...
ResponderEliminartenés razón!!! aunque yo lo ùnico que pido es que se queden sentados todos juntos a la hora de la mesa, y ni eso consigo! beso
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