No estamos solos. Acá va otra defensora del odio a los shoppings y a las compras en general, si tienen ganas de leerla.
Cada vez que voy al Carrefour me da como un ataque de ansiedad. Otra vuelta por esos pasillos interminables, otros cuantos billetes que se vuelan y miro adentro del carro, leche, carnes, yogures, limpieza, siempre quedan cosas pendientes que sé que tendré que volver a comprar en otro viaje odioso y a las corridas por el supermercado. Detesto la faceta de hembra recolectora de supermercado, mientras el macho cazador hace lo suyo en el microcentro entre reuniones, proyectos y presentaciones.
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