sábado, 27 de abril de 2013

No puedo escribir la música que escucho


Eso me lo dijeron ayer en el curso sobre novela corta en el MALBA. Después miro los papelitos que escribí, para decirte quiés es el autor, un gran saxofonista  (mmm).
Quiero contar algo y es tan choto que parece que no hay una forma cool de decirlo, pero es que ¡ayer me escapé con mi marido a cenar por Palermo! algo tan pero tan trivial en la vida de tanta gente, para mí se ha vuelto un lujo exótico. Pero ayer nos sacamos las ganas con la excusa de que me fue a esperar a la salida de mi cursito nocturno. A pesar de que tengo empleada nueva hace cinco días, que es poco para dejar a los niños, en fin, todo eso, y sin hacerme la madre víctima o abnegada,  no me es fácil nunca. Bué, eso.
Fue un placer, comimos en paz, con velitas y todas las boludeces típicas de Palermo, comida hindú que en realidad por momentos parecía una papilla de zapallo hecha en la licuadora (no te quiero hacer acordar a la escena en que Torrente le licúa la cucaracha al padre en la sopa diciendo ¨jodé, son proteínas¨). Espero poder repetirla pronto. No, la semana que viene no, pero ponele, ¿en dos, tres semanitas?

2 comentarios:

  1. Vamos que se puede!!!
    Creo que la excusa de "por los chicos" no deja de ser eso, una excusa, cuando hay ganas (y plata!) siempre hay un modo; a los chicos no les va a pasar nada porque dos veces al mes no cenen con sus padres (si en un tiempo van a ser ellos quienes por lo menos dos veces por semana no cenen con nosotros!)

    Exitos!

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  2. hola Lola, si, todo es cuestión de ganas. y logística. los viernes no tengo fuerzas, los sábados no tengo empleada. algo tengo que reacomodar en esta vida. Unas vitaminas, decís vos? ya te contaré!!!!!

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intentalo que podés!