jueves, 4 de abril de 2013

El largo viaje de placer


Justo cuando había decidido que mis post tenían que ser más sintéticos, me viene a pasar esto. Ahora que ya llovió el diluvio universal, el recuerdo de las ocho horas de viaje de Buenos Aires a Fray Bentos  el jueves santo (contra las 3 horas y algo en época normal) ya está demodé. El piquete de una hora y la cola de diez kilómetros para cruzar el puente son un chiste (ah, y el DNI que nos olvidamos, el de Guille). Recién ahí me puedo adentrar a mi historia personal, el viaje al pasado, a las raíces seudohippies que dejé bien enterradas en la Barra de Valizas (pueblo vecino en hippirastafarisnobismugrientismo  del Cabo Polonio por si alguien no lo ubica). Y que el hombre de la casa me llevó a desenterrar una vez más. Su plan le salió un poquito así de mal, porque estaba alquilado el rancho sin agua y sin luz donde nos conocimos y vivimos varios veranos de amor hasta que al tercer año que pasé ahí como madre de dos niños chicos, decidí que prefería no tener más vacaciones en la vida antes que volver a pasar por tanto laburo (y te estoy obviando el tema de que el rancho en cuestión está en medio de un bañado, y que cuando el verano es lluvioso, pues, se inunda alrededor!). No, la casualidad nos llevó a una casita con calefón y heladera, a los que yo me abracé como al hermano sol y la hermana luna. Con los años de malhumor veraniego hasta le había tomado bronca a las dunas, con eso te digo todo. Así que me pude reconciliar un poquito con ese lugar aunque, como le dijo mi suegro a mi suegra (que quería volver a Mendoza, donde fueron de luna de miel hace cincuenta años):  no regreses al lugar donde fuiste felíz.   Hay algo indescriptiblemente incómodo, que sucede cuando querés volver a ser la misma de antes y te encontrás con la que sos ahora. Se llama Tiempo.  Pero al final, el viaje al pasado terminó siendo una escala mínima porque las peripecias de la vuelta taparon incluso a las de la ida. Ya habíamos hecho 200 km de viaje de vuelta, estábamos cerca de Montevideo y zas, nos damos cuenta de que quedó olvidada mochila con notebook, ipad, documentos. En fin. Me bajé con todos los niños, el hombre dio vuelta y enfiló rumbo a las dunas del pasado, ahora tan reciente. Yo me encontré de aventurera por Piriápolis durante cuatro horas, con cuatro niños y un bolso. Nos tomamos un ómnibus de la ruta a la ciudad de Piria, ida y vuelta, compartiendo esa rara tranquilidad de la vida urbana en los pueblos chicos, niños yendo a la escuela, gente que va a trabajar pero que exudan una calma que jamás conoceré. Llegamos a Montevideo casi de noche, agotados. Apenas logramos ir a comer panchos a La Pasiva (mi recomendación gastronómica número uno para Montevideo). Nos fuimos a dormir. A las siete de la mañana nos despertaron porque nos rompieron el cristal del auto. No robaron nada. Uruguay natural ya no está tan natural. Así transcurrió el último día del largo viaje, en vueltas para limpiar el auto, cambiar el cristal. Volver a la ruta mirando la tormenta del lado de enfrente, hasta que nos agarró a nosotros en la peor zona. Niños, cierto. Se portaron muy bien entre tanto lío.  El inventor del DVD portátil para auto se merece la canonización.
Llegamos al puente, teníamos que esperar al día siguiente a que abriera el consulado argentino (que estuvo cerrado por ... feriado argentino!!) porque a pesar de que entramos a Uruguay, no teníamos DNI de Guille (a la ida nos quedamos quietitos, al borde de la histeria, mientras el guardia de aduana revisaba documentos y contaba cinco dni, son seis no? y nos dejó pasar así nomás).
En el puente había pocos autos el martes de feriado final, eran las once de la noche. Dijimos, vamos a intentarlo, total, y otra vez, cinco DNIs, seis personas y la denuncia de extravío hecha en Valizas por las dudas. Y esta vez fue una agente de aduana, joven, contó DNIs, no sabemos si contó personas, y chau, pasamos.  Creéme que si queríamos pasar dos kilos de bananas no nos dejaban.


1 comentario:

  1. Me encantó lo de no volver a los lugares donde fuiste feliz... Except NYC. I'm definitely going back to Manhattan.

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intentalo que podés!