jueves, 19 de septiembre de 2013

Mi foto más horrenda




Me lo tengo merecido por cholula. Ahí estaba en la fila con mi libro para un autógrafo. Ayer me escapé al MALBA a una conferencia de Almudena Grandes a las siete de la tarde. No es una hora para una mamá de cuatro niños, cierto?. En estas últimas semanas me escabullí ya unas tres veces a la noche para cosas buenísimas (cenas guau incluidas). Mi hijo mayor tiene doce años y en la última década y más, he pasado meses y meses sin salir a la noche, probablemente años enteros, sobre todo en la época en que tenía bebés. Así que me toca a mí. Pero todavía me da una pena terrible saber que se van a dormir sin el besito de buenas noches, que compenso (soborno) con alguna sorpresita al otro día.
Por suerte, para mitigar mi culpa, anoche me esperaban dos hijos (Guille, 11, y Mateo, 2 y 8 meses) con todas las pilas a las diez de la noche.  Lo de todos los días, bah. Y ahí sigue mi lista de pecados. Cuando los dos mayores eran chiquitos yo me iba a sus camas, les leía, me quedaba dormida en el intento, luego me despertaba y a veces ni siquiera había cenado. Fueron un par de años caóticos hasta que logré ordenar las cosas, pasar del caos al orden obvio, a saber:
-el horario de la cena se hizo fijo y único, y si marido no estaba, sorry, yo cenaba igual. Nada de esperarlo
-los niños finalmente dejaron de dormir siesta en el jardín y tuvimos un poco de calma... hasta el año siguiente en que nació el tercer hijo. Pero a partir de ahí logré mantener las riendas de la hora de dormir, hasta más o menos el año pasado, cuando Guille empezó a ponerse cada vez más difícil para dormirse. Las nueve, las diez, las once. A veces son casi las doce y está despierto, y yo queriendo matarlo. Y el más chiquito entretanto se termina durmiendo en el sofá del living mientras nosotros miramos series en Netflix, porque ya no tengo paciencia ni ganas de quedarme dormida en la cama con él, quiero drogarme con Breaking Bad! Terrible consecuencia de las largas siestas (tiene el sueño de una pirámide egipcia), el niño no se duerme hasta las once o doce de la noche, porque además el hermano le hace ruido, y él se levanta de la cama. Y bueno, venite al sillón con la manta de ositos. No hay escapatoria. Cada noche y cada mañana es una batalla interminable y repetida en mi casa desde hace años. Siempre la misma canción. Por suerte para este blog, no te cuento cada día de mi vida porque de verdad sería demasiado neurótico, hasta para mí.

4 comentarios:

  1. Cómo me está costando haber perdido la rutina nocturna, necesito que vuelva ya. No sé si me banco años ehh? Pero para ser justa con los niños, tampoco me banco ni años ni meses ni semanas sin "escapadas". Así estamos. Gracias por contarte como sos.

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  2. Yo creo que hay una dosis limitada de dedicación nocturna absoluta. Confío en que vos, Ann, tenés recursos para mantener orden y sueño de dos niños sin problema, ya lo verás!!!
    REcuerdo cuando una mamá más grande me decía que ya no tenía paciencia para leerle a su segundo hijo a la noche, y yo pensaba ´qué hija de puta´, y ahora me veo con el niño en el living, al lado de la tele sin dormirse, tapándole las escenas de sexo o violencia y digo, estoy loca. Pero no tengo más ganas de quedarme dormida en camas de niños y despertarme acalambrada pasada la medianoche, esto es lo que hay. Cuando la culpa me cae muy fuerte, y el nene está más o menos cansado, ahí ponele que voy y me plancho con él en la cama...

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  3. Que grosa!! me había perdido esta entrada, me encanta Almudena.
    Besos!

    P/D: te mandé un mail.. animate!!

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  4. gracias MC, la conferencia (no hablé nada de eso) estuvo muy buena!!!! y yo me corté el pelo al otro día!!!

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intentalo que podés!