Y ya estamos llegando a fin de marzo. Mi neurosis habitual me permitió avizorar desde febrero los puntos críticos que iba a tener este mes, y la calma que llegaría recién alrededor de esta fecha. Y sabés qué, soy loca pero precisa. Ahora tenemos por delante una semana de calma, sin clases, pero lamentablemente sin vacaciones, porque la escapada de carnaval nos dejó el c... en llamas, más los gastos del inicio de clases, más cumpleaños en salón para 35 niños... fiuuuu. Todo voló.
Pero siento que subí un nivel en escala de organización familiar. Lo que antes era imposible ahora se volvió regla: mientras termino lo que falta para redondear la cena, si logro que alguno o varios, se bañen, bien. Si no, termina la cena, arriba, baño y a dormir. Y mi marido aporta el resto de las manos (cuando está, porque ahora por ejemplo, está jugando al basket...). En el revoleo de niños a la bañera (uruguayismo), otros a la cama, dientes, mema, si puedo me ducho yo también o me voy poniendo ya el piyama, y para cuando los tengo a todos organizados, me meto yo también en la cama a leer. Otras veces, me siento en mi rinconcito de la notebook mientras Mateo remolonea en la practicuna (que sigue en nuestro dormitorio!, aunque tiene camita en el cuarto de Guille), pero el loop cena-niños-tele-dormir a la medianoche, está en camino a la extinción en mi vida. Extrañaré Doctor House, lejos quedó Lost y no recuerdo muchos programas más que me hayan atrapado (ay si, ¨Resistiré¨ por ISAT a las 23h en el 2002 cuando nació Guille!!). Conclusión, es el momento de recuperar la noche para leer o escribir. Y dicho esto, escucho el ruido del auto entrando al garage. El hombre de la casa está de vuelta y veremos si puedo sostener mis dichos. Au revoir!
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