sábado, 25 de agosto de 2012

una espalda conocida

Guille se quedó a dormir en casa de un amiguito anoche, vino hoy a mediodía, y ahora está en casa de otro, en un piyama party. Tiene 10 años. No quiere estar con nosotros. Clama por sus amigos todo el tiempo como un teenager, pero todavía ganamos la lucha. Todavía no lo podemos soltar, no way.
Hoy sabado de tarde, entre programa y programa, nos llevamos a los cuatro niños a cortar el pelo. Guille iba sufriendo, llorando, amenazando, que no quería cortarse el pelo. Está bastante peludo, es lindo, tiene un aire de Justin Bieber que no sé si me alegra o me asusta. El peluquero le cortó lo mínimo imprescindible. De todas maneras no le gustó. Después volvimos a casa: como siempre que puede, se sumergió en el sofá frente a la  tele. Una imagen que me desespera. Está en un mundo ajeno, allá en su cabeza.   Ante cualquier provocación mínima arma unos escándalos monumentales con los hermanos. Es el hijo problema, más que Andrés y su sindrome de Down, al menos por momentos. Guille está en el medio de todo. no es el mayor, no es el chiquito, no es el que tiene problemas, no es el más tierno. Es de quien esperamos más, el hijo que vino a colmar mis expectativas doblemente cuando nació. Grandote, sano, divino, el segundo hijo. Nos dicen que tenemos que esperar que se le pase el enojo, que tenemos que marcar límites. Nada de eso es fácil, ni siquiera sé cómo es posible conseguirlo. Lo veo de espaldas, con su cuerpazo que parece de doce, y pienso que uno tiene hijos para que crezcan  y se alejen.  Es lo que van a hacer. De pronto miro hacia el living y veo una espalda conocida. Ese que está allá es mi hijo.

6 comentarios:

  1. hermosos nuestros hijos nos enseñan!

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  2. Ey, no te angusties por él, que no estás haciendo nada mal; y lo que le tocó... también es para aprovechar!
    Pasa que por distintos motivos, crecer nunca es fácil, y dejar crecer a nuestros hijos muchísimo menos!
    Besos!

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  3. y ser la bruja del cuento, ni te digo, besos Lola!

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  4. Qué edad tan difícil! Yo lo estoy experimentando con mi niña de 11.
    Límites: fácil decirlo, complicado aplicarlo.
    Suerte! Y paciencia para un buen rato...

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intentalo que podés!