Llevo tres horas sentada frente a la computadora. En teoría estoy resolviendo varios problemas a la vez pero en la práctica no he pasado de googlear, llamar por teléfono sin que me atiendan o que me respondan negativas. La actividad frenética siempre está en mi cabeza. Y me estoy enfrentando a un cierto congelamiento. Me quedo paralizada, congelada sin poder actuar mientras pienso lo que debería hacer, que son demasiadas cosas, en demasiados ámbitos. La conclusión de los abuelos, el que mucho abarca poco aprieta. No avanzo.
Trato de buscar opciones de trabajo entre linkedin y mi memoria de contactos. Me encuentro a una de mis tantas enemistades como manager de una empresa a la que mandé un cv este año. Veo que es un lugar al que no voy a volver a contactar. Mis búsquedas de trabajo son poco serias y muy imaginativas. Pero hoy no voy a entrar en detalles. Acabo de leer cómo definen a la biotecnología en dos párrafos en la UADE y pienso cómo yo dudaba tanto de si era o no para mí tal o cual carrera, y a cuántos nabos convencen ahora con dos párrafos, dos tuits, y ya está, encontraron su camino en la vida. Mientras tanto yo me sigo comiendo los dedos y no puedo parar.
Tampoco puedo parar de culparme por no haber llegado a ser phD o posdoc o investigadora o docente universitaria. No tengo paz. Pero mi ego me recuerda que soy MSc. Y después no le alcanza.
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