sueltitos de vacaciones

Si no fuera tan ansiosa hubiera hecho un diario de viaje, pero las cuatro manos que tengo las tenía ocupadas una en cada crío, fueron lindas vacaciones pero sin un minuto de desanso, paradoja!

Volví fascinada con la naturaleza de Chubut, los acantilados enormes, el color de la tierra, del océano, y las ballenas ahí nomás.

Para una neófita en el mundo ballenístico, me llevó muy poco rato detectar lo difícil que es embocarle una foto a la cola de la ballena, enterita, afuera del agua y justo en el tiempo que se toma la cámara digital en hacer click! 

Los niños se lo tomaron bastante bien, el viaje largo, escalas, noche en hotelito de ruta, sanguchitos de galletita al agua. Nosotros también salimos bien de la rutina: para calmar a Mateo, memas de Coca Cola! nunca visto en esta casa, 

y by the way, el baby  se llevó medalla de oro al comportamiento en sillita de auto, 1400 km, chapeau! yo temía por la integridad de mis nervios después de 200km a puro grito como me ha pasado con los otros, pero éste te decía ¨mamá cacaaaa¨ y estaba claro que era el llanto era por el pañal. Pero lo mágico que no sucedía con mis otros hijos: cuando lo volvíamos a poner en la sillita, se quedaba tranquilo! el efecto ¨cuarto hijo¨, qué te puedo decir: no sé cómo llegamos  a eso

Armamos el viaje con una anticipación nula, todo tan a las corridas como de una noche al día siguiente, en medio del trabajo de cada uno y todo lo demás. Nos salió super bien, habíamos reservado un apart por internet que parecía feo pero resultó tenebroso, mal ubicado, con vista a un gallinero y desguasadero, te lo juro, creeme. Y carísimo. Esa noche paseando por la costanera dimos con un hotel que tenía un apartamento con vista al mar, cocina completa y más barato!: el paraíso