Tendría que mirar los posts de mis cumples anteriores porque seguro me repito. Esta vez, las condiciones exteriores no me han ayudado: marido que se fue en remis hace dos horas rumbo al aeropuerto - viaje de una semana!!-, yo con mi pie a medio camino en recuperación (pero soy una renga contenta, eso sí. No puedo evitarlo, me sale el chiste de mi tío: rengo de día, cojo de noche!). Tuve que mandar a los niños en combi a la escuela. Levantados casi una hora antes de lo habitual, y saben qué, salió todo perfecto! nos sobró tiempo. El más dormilón, Guille, se vino a mi cama cuando se fue el padre, y se levantó junto conmigo a las 6.30, con eso ya me ahorré una media tonelada de laburo, el que cada mañana invierto en despertarlo y/o vestirlo (obligarlo a que se vista) dormido.
Mi cumple me pega mal desde siempre, o al menos desde los trece años, época en la que convergieron la adolescencia y mi madre que ya no vivía en el mismo país que yo desde hacía un par de años. Me queda un resto de soledad interior, como el cerebro reptiliano, como esos caracteres conservados a lo largo de la evolución, en este caso, de mi propia evolución.
No tengo plan para hoy. O sí: los nenes vuelven a casa en combi y los espero con una torta para cantar el
que los cumplas. Luego quizás pase por aquí una vieja amiga de Montevideo, que ahora vive acá, a doce cuadras, igual que allá, hace veinticinco años. La diferencia, ahora es una top en la industria de las
pharmas y anda como loca dando vueltas por el planeta, sin tiempo para su vida, su familia, o su vieja amiga, pero lo intenta.
Mañana tengo plan de sushi con amigas/mamás, en casa. Viernes a la noche, liberadas de obligaciones. Noche de chicas con chicos. Después te cuento cómo termino hoy.
No, el caballero en la torta no es para hoy. Correponde al cumple de 4 de Agustín.
Los cucuruchos con dulce de leche y granas de colores son mi especialidad (!).
Abajo, la bandeja con merenguitos y madalenas sin TACC
